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Meteoropatías: variaciones atmosféricas y salud mental

  • Foto del escritor: LINA LEY FANCELLI
    LINA LEY FANCELLI
  • 11 ene 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 30 ene 2021




Los profesionales dedicados a la salud mental no podemos pasar por alto que en determinadas estaciones del año y bajo influencias climatológicas y lunares específicas,  se acentúan algunos trastornos psicológicos como la depresión,  la ansiedad, la agitación psicomotriz, la irritabilidad, las jaquecas,  la disminución de la atención y, muy especialmente, el aumento de agresividad.



Esta observación no es nueva, pues ya en la antigüedad, los egipcios, griegos,  romanos, árabes y otras grandes culturas dedicaron su interés al estudio la influencia de las variables atmosféricas sobre el estado anímico de las personas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) vienen prestando especial atención desde 1975 a  la electricidad atmosférica y a los procesos de ionización en la baja atmósfera por sus claras repercusiones en la salud.


En la actualidad, los científicos estiman que alrededor de un 30% de la población es vulnerable a los cambios bruscos de temperatura, humedad y presión atmosférica. 

Constituyen el colectivo de personas meteorosensibles o meteorolábiles.  Las variaciones atmosféricas desencadenan en estas personas la aparición de cuadros psicopatológicos. Especialmente afectados son los menores de 15 años y los adultos que superan los 50 años. También los animales presienten las grandes catástrofes naturales y su instinto les indica el camino hacia la huida.


El Dr. Javier López del Val, neurólogo aragonés, habla de ‘barrunto atmosférico’ y da la siguiente explicación científica sobre el estrés biotrópico:  sabemos que el cuerpo humano se comporta como una máquina bioeléctrica polarizada y que es sensible a toda la actividad electromagnética de su entorno. En la atmósfera hay una serie de partículas, los iones, que inhalamos a través del sistema respiratorio y la piel. Las perturbaciones en los campos electromagnéticos actúan sobre el agua corporal, de forma que sus propiedades físicas sufren cambios repentinos plenamente perceptibles. Los iones que tienen carga negativa tienen un efecto tónico y beneficioso, y los de carga positiva, un efecto apático-deprimente y alterador del sistema nervioso.  Estas partículas se mueven a la velocidad de la luz y preceden, en algunas horas o días, a la llegada de un nuevo frente atmosférico.  Cuanto más bruscamente cambia el tiempo, más probabilidad hay de que se altere el sistema nervioso, favoreciendo  la aparición de posibles patologías mentales.


Hay personas que reconocen ponerse nerviosas con la tramontana y otras que, por el contrario,  parecen estimularse.  Existen leyendas sobre vientos cálidos y secos, como el inquietante Foehn, cuya incidencia agrava los trastornos psicológicos, hasta tal punto, que la legislación suiza lo toma en consideración como atenuante en el caso de comisión de determinados delitos. Asimismo, un descenso de la luz solar puede influir sobre nuestro estado de ánimo, causando estados depresivos.  El trastorno afectivo estacional (SAD) es un tipo de depresión que puede ser provocada por cambios en los niveles de iluminación ambiental.


Todas las personas que tratamos con niños, bien sea como padres o como profesionales, hemos podido observar cómo éstos, en días de tormenta o de inestabilidad meteorológica, reaccionan frecuentemente con conductas agitadas y desconcentración. De igual forma, los buenos observadores habrán visto que muchos niños manifiestan cambios de humor bajo la influencia de la luna.


¿Qué podemos hacer para defendernos de la inestabilidad y el mal humor debidos a cambios climáticos?  Indudablemente, la variable que nos permite posicionarnos y protegernos frente a los acontecimientos  climáticos es el hecho de tener conocimiento o conciencia de  la influencia  que estos  factores ejercen sobre nosotros. Aprender a reconocer qué ocurre en nuestro cuerpo y en nuestras emociones es indudablemente la forma más firme de hacer frente al malestar provocado por el clima.


Lina Ley Fancelli

Psicóloga y Psicoterapeuta

Barcelona, 26 de Marzo de 2014

 
 
 

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