El sufrimiento del cuerpo: vivencias de enfermedad en la relación terapéutica
- LINA LEY FANCELLI
- 30 ene 2021
- 3 Min. de lectura

Husserl, fundador de la corriente filosófica conocida como Fenomenología, aplica su método al problema de la comprensión del cuerpo y distingue entre Körper (cuerpo objeto) y Leib (cuerpo vivido). En este sentido, la mano que escribe (cuerpo objeto) es al mismo tiempo un cuerpo sujeto (cuerpo vivido), en la medida que trasciende el cuerpo objeto y, más allá de la mano, se manifiesta en sus múltiples lenguajes interaccionales.
El cuerpo sujeto, el cuerpo vivido, está en el mundo, pero, tal como describe Maurice Merleau-Ponty, «habita» de una forma más incisiva en el mundo.
Según Umberto Galimberti, filósofo y psicoanalista italiano, «habitar» es sentirse en casa, acogido en un espacio que no nos ignora, entre caras y objetos, que nos conectan a nuestras vivencias internas. De esta forma, nuestra subjetividad se abre a otras subjetividades, no solamente a través de la palabra, sino también a través del cuerpo cuyo significado latente debe ser, en ocasiones, descifrado.
Según el Dr. Ballerini, el cuerpo vivenciado es el que entra en contacto con los otros, es el vehículo de apertura hacia los otros. Normalmente, nosotros no sentimos nuestro cuerpo. Es silencioso, transparente, no se manifiesta. Sin embargo, puede ocurrir que nuestro cuerpo pierda transparencia, se vuelva ruidoso, pesado, alarmante. Pase de ser fondo a ser figura central, a veces muy molesta, de nuestra vida cotidiana. Nuestro cuerpo, entonces, ya no es una apertura hacia el otro, sino un obstáculo en la convivencia, en la posibilidad de coexistir con el otro, que es uno de los fundamentos del ser humano. Cuando su presencia es exageradamente ruidosa es cuando entramos en el campo de la psicopatología.
Tomemos algunos ejemplos: El cuerpo del hipocondríaco está cargado de significados remotos invisibles, la síntesis de una biografía cuyas desilusiones le han marcado y de las cuales el cuerpo actual es el resultado. El hipocondríaco colecciona enfermedades y no espera ser curado por el médico, sino que este último sea únicamente testimonio de sus males.
También en la depresión, la vivencia del cuerpo es siempre central. Esto debido a los fenómenos objetivos de enlentecimiento, inhibición y bloqueo psicomotriz del melancólico, que le llevan a la incapacidad de comunicarse. Las palabras pierden sentido en este espacio y el cuerpo pierde elasticidad. Su cuerpo es, asimismo, un obstáculo en la interacción con el otro. El cuerpo en la melancolía es un tema central tanto por los frecuentes delirios de enfermedad, como por el sentimiento del paciente de tener un cuerpo vacío, muerto. Esto encuentra su máxima expresión en el Síndrome de Cotard.
El cuerpo en los trastornos pre psicóticos de la adolescencia es también un claro exponente de la vivencia turbulenta y estresante de un cuerpo, que pierde su característica de ser silencioso y pasa a ser un cuerpo que cambia vertiginosamente, toma espacio y se hace sentir en el propio cambio. Y este cuerpo puede pasar a ser un lugar, donde emergen las primeras señales de algo, que no es simplemente un pasaje entre la niñez y la adultez.
Solo escuchando a los pacientes, solo intentando articular una entrevista que no sea áridamente clínica, sino que consienta a las dos subjetividades confrontarse en un espacio de apertura recíproca y de libertad, nos podremos acercar a la vida interior y a los motivos interiores de sufrimiento del paciente. De este modo, posibilitamos la movilización de los recursos del paciente, facilitándole la posibilidad de mejora de su sufrimiento en situaciones y episodios generadores de malestar.
Lina Ley Fancelli Psicóloga y Psicoterapeuta
Barcelona, 9 de Julio de 2015
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